
LA INSPIRACIÓN
entre lo invisible y lo cotidiano
Una mirada sobre el misterio y la práctica de inspirarse
¿Todavía no escuchaste el episodio?
Este texto acompaña el primer episodio de mi podcast Fervor: Arte y Procesos Creativos.
Si querés empezar por ahí, podés escucharlo ahora antes de seguir leyendo.
En ese episodio comparto una experiencia personal como disparador para reflexionar sobre cómo nos inspiramos
y qué hacemos con eso.
“No se puede crear nada fuera de nosotros sin antes haberlo creado en nosotros.”
T01:
¿Qué es la inspiración?
La inspiración ha sido históricamente tratada como un misterio. Un susurro que “llega” desde afuera. En la mitología griega, por ejemplo, las musas eran figuras externas que otorgaban el don creativo.
Pero ¿y si la inspiración no fuera algo que simplemente llega, sino algo que se cultiva?
En el universo creativo, la inspiración es una práctica silenciosa de observación y apertura. Aparece cuando estamos disponibles para sentir, registrar y conectar.
A veces se manifiesta como una imagen, una palabra, una textura o una sensación. Otras veces, se esconde en lo mínimo: una sombra sobre la pared, un aroma que dispara un recuerdo, una conversación olvidada.
La mirada creativa
Inspirarse no es sólo absorber estímulos, sino también traducirlos en lenguaje propio. Requiere atención, pero también archivo: ese banco interno de experiencias, referencias y emociones que acumulamos —conscientemente o no— y al que podemos recurrir para crear.
La inspiración necesita un cuerpo dispuesto, una mente presente. Y no siempre aparece en momentos ideales. A veces nace del caos, la incomodidad, la duda o la confusión.
Por eso, podríamos empezar a pensarla como una práctica de conexión cotidiana. Crear las condiciones para que algo emerja: escribir sin juicio, caminar sin auriculares, observar, conversar, revisar lo ya vivido.
